jueves, 30 de agosto de 2012

A Dios lo de Dios y al MEP lo del MEP

Educar a las y los jóvenes para que comprendan las responsabilidades y sensibilidades de su vida sexual y aprendan a disfrutarla plenamente, sin riesgos innecesarios, es una obligación de la sociedad (incluyendo al Estado por medio de las instituciones de enseñanza pública que éste tutela) Luis Guillermo Solís, 29 de agosto de 2012

En lo personal defiendo el derecho de cualquier persona a profesar las creencias religiosas que desee tal y como nuestra Constitución Política lo consagra, lo que no me parece definitivamente es la insistencia en imponerlas al resto de la sociedad, tal y como pretenden hacer algunos dirigentes p̶o̶l̶i̶t̶i̶c̶o̶s̶ religiosos respecto a los programas de Educación para la afectividad y la sexual integral.
Yo soy el vivo ejemplo de que la ignorancia y la represión de nada sirven, la información debe estar disponible con un enfoque humano y científico, lejos de todo morbo. Que, además, nuestra juventud sea capaz de tomar conciencia de sus impulsos naturales, se empoderen de ellos y puedan discernir sobre el momento ideal para iniciar su vida sexual, nuestra juventud debe tener insumos suficientes que les permita discriminar dentro de todo el cúmulo de información disponible, qué es sano física y mentalmente y qué no, por ejemplo.
Pareciera que algunas personas piensan que es mejor que aprendan sobre sexualidad a como puedan, más ahora con tanto acceso a información y tantos estímulos en Internet o en su defecto que pueden controlar 24/7 a sus hijos e hijas adolescentes.

En lo personal, lo que más celebro de estos programas, es el enfoque de inclusividad que tiene, sobre todo en términos de inculcar el respeto hacia la diversidad humana desde cualquier punto de vista. No es posible que nuestra juventud siga en pleno siglo XXI hostigando y agrediendo a las personas diferentes.

De manera tal que soy parte del 93% de padres y madres de familia que creemos que este tipo de formación debe ser obligatoria.



Me pongo a ver el domingo 7 de la Sala IV al respecto y me deja tantas dudas, me parece una resolución poco acertada y poco pensada respecto a su impacto, veremos:

Heidiita decide que Gabiita no va a ir a 1 lección (40 minutos) de  Educación para la afectividad y la sexual integral, mientras tanto se quedará en el pasillo con el resto de compañeros y compañeras perdiendo el tiempo... Riiiiiiing riiiiiiing, pasaron los 40 minutos y van a matemáticas...

Pregunta número 1: ¿Le ganará Gabiita al morbo y no le preguntará nada a Danieliito sobre lo que vieron en la lección anterior?

Pregunta número 2: ¿Estamos absolutamente seguros que la respuesta de Danieliito va a ser suficientemente completa, sin morbo y profesional tal y como lo vieron en clase bajo la responsabilidad de un/a docente?

Pregunta número 3: ¿Tendrán la capacidad estos padres/madres de vigilar TODO el día a sus hijos/as para que no se vayan a contaminar del "libertinaje y hedonismo" o mínimamente que no entren a ESA lección?

Pregunta número 4: ¿Las y los jóvenes que viven en familias profundamente religiosas y decentes no se están embarazando?

Para mí la resolución de la Sala Constitucional deja en una peor situación a los chicos y chicas cuyos papás no les permitirán [inserte risilla aquí] asistir a las lecciones de  Educación para la afectividad y la sexual integral, pero bueno, por lo menos dejaron la posibilidad de que las personas que sí creemos en la necesidad de información clara, científica y bien orientada hacia nuestros jóvenes.

De ahí en adelante, sí es responsabilidad de las madres, los padres y los guías espirituales, inculcar las creencias morales que consideren pertinentes, es decir, la forma de administrar esos conocimientos a la luz de su moral, que cada quien asuma la parte que le corresponde, "a Dios lo de Dios y al MEP lo del MEP"

PD: hay otras interrogantes como "¿Qué sigue? ¿Poner un recurso de amparo contra el programa de estudios que habla sobre la Teoría de la Evolución?", pero éso nunca lo sabremos (espero)

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